La juventud ecuatoriana frente a la crisis nacional
- Partido Comunista del Ecuador

- 6 nov 2024
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Ecuador atraviesa una de las crisis más profundas de las últimas décadas, caracterizada por una creciente incertidumbre económica, una crisis energética que se manifiesta en cortes de energía constantes y una ola de inseguridad que amenaza a todos los sectores del país.
Este complejo panorama, como resultado de la falta de respuestas efectivas por parte del gobierno de Daniel Noboa, cuya administración ha mostrado una notable incapacidad para enfrentar las demandas nacionales. Sin políticas públicas concretas que confronten el narcotráfico y la delincuencia organizada, y sin un plan claro para resolver la precariedad energética, el futuro del país parece cada vez más incierto.
A continuación, Juventud Rebelde recoge el testimonio de cinco jóvenes de diferentes ciudades del país, quienes comparten su visión sobre las causas de esta crisis y las posibles salidas desde una perspectiva joven y comprometida.
José Luis Abarca - Quito

Para José Luis "el panorama actual para Ecuador resulta complejo y desafiante", especialmente para los jóvenes, quienes enfrentan una realidad marcada por el desempleo, la informalidad y la desigualdad. Abarca destaca que "la precarización se agrava particularmente para los jóvenes y para las personas con menor poder adquisitivo", llevándolos a enfrentar una "mezcla de riesgos: desempleo, informalidad, delincuencia y, en muchos casos, la decisión de migrar". Cifras alarmantes como el 8.2% de desempleo juvenil y el 60% de jóvenes en la informalidad, ilustran, según él, la vulnerabilidad de este sector. Ante esta realidad, Abarca subraya la necesidad de "medidas urgentes para revertir esta situación y construir un futuro más esperanzador".
Michael Montiel - Guayaquil

Para Michael, la crisis es también una oportunidad para repensar el papel de los jóvenes en la transformación social. "Es fundamental consolidar espacios de formación política", comenta, donde se analicen "las estructuras que perpetúan la desigualdad" y se promuevan "acciones colectivas con mayor coherencia". Montiel enfatiza la importancia de la "solidaridad y creación de redes" entre organizaciones populares para construir un frente común que exija "medidas inmediatas para proteger derechos básicos", como salud, educación y seguridad.
Además, propone una "agenda política popular" que priorice la soberanía alimentaria y la economía solidaria, advirtiendo que "la protesta social y la resistencia activa son herramientas legítimas" en la búsqueda de un Ecuador más justo.
Jafet Guzmán Toala - Guayaquil

Desde su visión, Jafet observa que la crisis actual es la culminación de una serie de gobiernos neoliberales que han antepuesto los intereses privados sobre el bienestar colectivo. Afirma que "Noboa es, en pocas palabras, el capitalista en carne y hueso" y critica duramente el perdón de deudas y los negocios familiares dentro del gobierno. Respecto a la inseguridad, Guzmán argumenta que "la delincuencia es una consecuencia, no una causa", del "abandono estatal y el empobrecimiento", que han dejado a miles de jóvenes "sin oportunidades, viviendo en un ambiente hostil". Para él, estos problemas reflejan "una crisis profunda del modelo neoliberal", y señala que el gobierno sigue "las medidas del FMI", sin atender las verdaderas causas del conflicto social y económico que atraviesa el país.
Ener Angulo - Esmeraldas

Ener plantea una reflexión incisiva sobre la falta de inversión en educación y la precarización energética. "A las élites les conviene tener un pueblo ignorante", asegura, subrayando la necesidad de una educación accesible y de calidad. Angulo advierte sobre los riesgos de una política energética basada en el alquiler de barcazas, lo que "no garantiza la sostenibilidad energética" y eleva los costos del servicio.
Critica que las autoridades prioricen "soluciones a corto plazo", las cuales agravan "la contaminación ambiental" y profundizan el cambio climático. En cuanto a la seguridad, Ener denuncia el fracaso de las políticas actuales, señalando que el gobierno "debería avergonzarse" de sostener "una falsa narrativa de seguridad y empleo" en un contexto donde la violencia sigue en aumento.
Frank Galarza Salazar - Ibarra

Desde una perspectiva histórica, Frank considera que la actual crisis es fruto de un "impacto fuerte, profundo y devastador", que comenzó con la "desinstitucionalización del CPCCS transitorio" y la implementación de "políticas serviles a los grandes poderes oligarcas". Para él, la situación actual es el resultado de una política de "entreguismo" que ha agravado la precariedad económica y social.
Galarza propone que el pueblo ecuatoriano "tome conciencia" mediante la investigación y "una reflexión profunda de la situación", dejando de lado el odio y pensando en el bien común. Resalta la importancia de "procesos que fomenten la cultura y formación política" y el empoderamiento de las bases populares para contrarrestar "las medidas regresivas del neoliberalismo".
"Conscientes de que las soluciones no vendrán desde arriba, advierten la urgencia de construir una fuerza popular que enfrente al neoliberalismo."
Los testimonios de José Luis, Michael, Jafet, Ener y Frank son la visión de una juventud ecuatoriana profundamente crítica y consciente del deterioro estructural que vive el país. Esta generación no solo denuncia la precariedad a la que ha sido sometida sino que exhibe un profundo escepticismo hacia los modelos de poder actuales, que parecen diseñados para perpetuar el dominio de elites económicas y políticas, cada vez más alejadas de las necesidades populares.
Ante la indiferencia de un gobierno que, según estos jóvenes, protege las ganancias de unos pocos a costa de la precarización de las mayorías, ellos proponen un camino que retoma las calles y los espacios públicos para hacer visibles sus demandas. Entienden la política como un espacio que debe recuperar su esencia colectiva, impulsando un proyecto político que desmantele el actual régimen de acumulación y devuelva al pueblo la capacidad de decidir sobre su destino. Conscientes de que las soluciones no vendrán desde arriba, advierten la urgencia de construir una fuerza popular que enfrente al neoliberalismo, afronte los desafíos de la crisis y replantee el rol del Estado como garante de los derechos básicos.
Estos jóvenes no piden concesiones; exigen una transformación radical que devuelva al Ecuador la soberanía sobre sus recursos y dignifique las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares. La juventud ecuatoriana, con claridad y convicción, se posiciona en una lucha que trasciende demandas puntuales y articula una crítica profunda al sistema, avanzando hacia una nueva praxis política en la que el país, sus recursos y su gente no sean más instrumentos de ganancia, sino los verdaderos motores de una sociedad realmente democrática para las mayorías.






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